Maximalismo vs. Minimalismo: ¿En qué punto estamos en 2025?

Schiaparelli Couture Fall 2022 

La historia de la moda es, en el fondo, una conversación pendular entre extremos. Tras los delirios ornamentales de los ochenta vinieron los noventa sobrios. Tras el apogeo boho de los 2000 llegó la fiebre del normcore. Y así, con cada década, la pasarela se convierte en un campo de batalla donde la exuberancia se enfrenta al desapego, donde las lentejuelas desafían al lino y donde el grito maximalista convive con el susurro minimalista. Pero en 2025, la línea ya no está tan clara. ¿Vivimos una era de reconciliación estética o simplemente estamos más confundidos que nunca?Maximalismo vs. Minimalismo: ¿En qué punto estamos en 2025?

 

En los escaparates digitales y físicos, el choque es evidente. Por un lado, firmas como Schiaparelli o Balmain nos invitan a abrazar el drama, el volumen, el ornamento sin culpa. Los brocados dorados, los hombros exagerados, los accesorios que rozan lo escultórico. En el otro extremo, The Row, Jil Sander o Lemaire siguen apostando por el lenguaje sobrio del corte perfecto, la paleta neutra y la calidad silenciosa. Y ambas propuestas, curiosamente, coexisten sin anularse.

La clave parece estar en el momento cultural. Tras años marcados por la introspección pandémica y un énfasis en la comodidad, el minimalismo encontró terreno fértil: prendas funcionales, interiores despejados, vidas editadas. Pero conforme regresamos al exterior —a las fiestas, a las oficinas, a los eventos— el maximalismo ha vuelto a ofrecer una catarsis estética: si vamos a vernos, que sea con dramatismo.

Lo interesante es que ya no se trata solo de elegir un bando. En la era del algoritmo, la identidad se fragmenta, se personaliza. Una misma persona puede abrazar el quiet luxury el lunes y vestirse de plumas y plataformas el sábado. El armario de 2025 es, más que nunca, un espejo caleidoscópico de estados de ánimo.

Las redes sociales han contribuido a esta hibridación. En TikTok, por ejemplo, encontramos al mismo tiempo vídeos virales de la estética “old money” (minimalismo con pretensiones aristocráticas) y tutoriales para lograr un look “cluttercore” (donde más es más y nunca es suficiente). Es como si el estilo ya no se tratara de coherencia, sino de autenticidad momentánea. De performance.

 

Saint Laurent Otoño/Invierno 2025-26

Este contexto también ha dado lugar a una tercera vía: el “maximalismo silencioso”. Prendas que parecen sobrias a primera vista, pero esconden una construcción compleja, materiales insólitos o detalles exquisitos que solo se revelan al tacto o con una segunda mirada. Una especie de lujo críptico que mezcla lo mejor de ambos mundos.

Entonces, ¿en qué punto estamos? Quizá en el más interesante de todos: el punto de la elección consciente. Ya no vestimos para pertenecer, sino para expresar. El maximalismo ya no necesita justificar su exceso; el minimalismo, su contención. Cada uno responde a una emoción, una intención, un gesto.

Y en un mundo donde las narrativas personales ganan terreno frente a las grandes tendencias, tal vez la verdadera revolución estética no sea elegir entre más o menos, sino entender por qué queremos cada cosa. Porque si la moda es un lenguaje, 2025 parece estar hablándolo en todos los dialectos posibles —y eso madeadictos, lejos de confundirnos, nos libera.

 

 

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