La moda solía obedecer al calendario. Hoy, te obedece a ti: a tu forma de vivir, de sentir, de trabajar. Lo que antes parecía inamovible (colecciones de verano, abrigos de invierno, rebajas de primavera) se ha disuelto. Lo que queda es algo mucho más íntimo, más liberador: una forma de narrarse a una misma.
por Lupe Castro

Estamos en una era en la que tu armario ya no responde a las pasarelas, sino a tu propio pulso. Y nadie encarna mejor ese cambio que Florentina Leitner.
Sus colecciones no caducan con la temporada: vibran en otro plano. Pertenecen a atmósferas, a emociones, a fotogramas de películas olvidadas o cuentos de hadas. No las eliges por la temporada, las eliges porque algo en ti dice: esto soy yo.


Primero fue Jeanne, delicada pero firme. Luego Picnic at Hanging Rock, con su misterio de encajes y niebla. Siguió L’Autrichienne, barroca, teatral, una María Antonieta rebelde. Después The Last Unicorn, pura magia nostálgica. Sleeping Beauty, suspendida en un sueño. Y ahora, 2 Cool 4 School, irreverente, afilada, una vuelta de tuerca futurista al uniforme colegial.
Pero esto no va de fechas. Va de atemporalidad.
En el editorial que acompaña esta pieza, el estilista Daniel Albericio no se limitó a Florentina. Compuso un lenguaje propio, mezclando diseñadores y piezas con intención. No fue una estética: fue un código.
Porque hoy el estilo no se trata de “tendencia”. Se trata de cómo vives, cómo decides narrarte y de lo que ya tienes en tu armario.


Mientras las grandes casas siguen cambiando de timón (con Demna a punto de tomar las riendas de Gucci, sumando su mirada a las de Tom Ford y Alessandro Michele) lo que importa no es la etiqueta, es el diálogo entre quien crea y quien lo habita. ¿Qué era de Gucci te habla? ¿Qué universo decides habitar tú?
Siempre lo dije: el próximo gran protagonista es el estilista. Y el momento es ahora.


No se trata solo de qué llevas. Se trata de cómo lo llevas, por qué lo elegiste y quién supo ayudarte a verlo como parte de ti.
En Fashion Space aún quedan piezas de Picnic at Hanging Rock de Florentina Leitner, para quienes saben que vestirse también es contar una historia.