Entre cuñados anda el juego

Cuñado,  cuñada 

adjetivo · nombre masculino y femenino

IRÓNICO•ESPAÑA

Que es propio de personas que tienden a tener opiniones sobre cualquier tema y que pretenden aparentar ser más astuto o listo que los demás.

Pues sí amigui, hoy toca sumergirnos en el mundo cuñadil, pero debo avisarte de que si eres una persona que se ofende con mucha facilidad es mejor que sigas de largo. ¡Ah! También puede que se me escape alguna palabra malsonante, pero entiende que a veces la ocasión lo requiere.  Si decides quedarte y seguir leyendo será bajo tu responsabilidad, así que piénsatelo bien. 

Ahora sí, ¿comenzamos? 

Condescendientes, metiches, enterados, garrulos… Así suelen ser los adjetivos para definir a un cuñado, o al gilipollas de toda la vida, pero claro, con tantos como hay nos toca diferenciarlos por categorías. El cuñado es ese ser que de todo sabe y de nada entiende, alguien que nunca tiene miedo ni prudencia a la hora de opinar porque en su absoluta ignorancia se cree de verdad que controla del tema y cuando le preguntas que de dónde ha sacado una información no es capaz de remitirte a fuentes de fiar. Sus expresiones favoritas para justificarse suelen ser: «dicen», «hay informes por ahí, los puedes buscar en Google», «el primo del vecino de un compañero trabaja ahí y me lo ha contado»… Y así hasta un largo etcétera a lo que vas respondiendo y contra argumentando mientras de fondo se  escucha el cantar de los grillos porque el pobre cuñado no es capaz de especificar quiénes ni dónde dicen eso que él dice que dicen (perdón por el trabalenguas), los informes que comentan no están en Google ni en ninguna parte y, obviamente, la persona que les contó algo no tiene nombre ni apellidos porque no existe. Además, es curiosa la capacidad innata que tienen los cuñados para tragarse todo cuanto bulo les llega con los ojos cerrados y a pies juntillas, es que no fallan.

Al cuñado lo reconocerás también porque suele aprender palabras nuevas como conceptos técnicos y/o anglicismos que mete siempre que puede en la conversación aunque no vengan a cuento o no tenga ni puñetera idea de lo que significan (últimamente le encanta usar sin tino los términos punible y woke).

Por supuesto, ya puedes tener formación y experiencia sobrada en un tema, que el cuñado de turno sabe más que tú (rolling my eyes 24/7), pero nada como dejar que se confíe para luego caerle encima mientras le explicas tranquilamente y sonriendo cómo son las cosas realmente y ves cómo se va haciendo cada vez más pequeñito porque el pobre no da para más.

También hay diferentes categorías de cuñados. Por ejemplo, aunque ser cuñado parezca dominio absoluto de hombres fachas, realmente es una condición, o si me apuras un estilo de vida, que no entiende de género, raza, sexo, religión ni de política. Porque sí, amiga, tú también puedes llevar a un cuñado escondido dentro clamando por salir, no reniegues.

Ya me jode ser yo quien te lo diga, pero el cuñado progre es mucho peor que el cuñado facha. Sí, no me pongas esa cara de sorpresa, que seguro tú también lo has pensado alguna vez. Al cuñado facha lo ves venir de lejos y de frente, suele ser fácil pararlo y normalmente se va con el rabo entre las piernas. Pero el cuñado progre es de lo más cansino que hay: se cree culto, inteligente, listo, más feminista que nadie, piensa que es muy moderno porque habla en femenino plural, él se pinta las uñas y ya con eso tiene potestad de ir a explicarle cosas a las mujeres, ¿sabes? Goza además de una superioridad moral incuestionable (rolling my eyes one more time). El cuñado progre siempre está señalando al resto y se mete en jardines de los que cada vez le es más complicado salir, pero jamás de los jamases admitirá que se ha equivocado y en su puto alarde de suma condescendencia te dirá que es que tú lo has entendido mal (tú y las otras decenas de personas que lo han pillado, ojo). Y al final, en lugar de corregirlo antes de cagarte en su estampa, decides dejar que siga adelante con su cuñadismo ilustrado hasta que se estampe y disfrutar observando el golpe. 

Y es que dejar en evidencia a un cuñado es una ardua tarea que requiere de paciencia, cabeza fría y elocuencia. A veces es agotador, pero alguien tiene que hacer el trabajo sucio.

Nadie está a salvo del ataque del cuñado, y si crees que nunca has tenido a uno cerca es porque posiblemente  el ‘cuñader’ seas tú. Pero calma, del cuñadismo también se sale, aunque primero hay que tener voluntad de hacerlo. 

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