«Lo siento, pero» como arma de destrucción

“El “pero” es la palabra más puta que conozco: “te quiero, pero…”; “podría ser, pero…”; “no es grave, pero…”. ¿Se da cuenta? Una palabra de mierda que sirve para dinamitar lo que era, o lo que podría haber sido, pero no es.”
— El secreto de sus ojos, 2009

El «pero» es como un superpoder que en lugar de salvar el mundo solo sirve para arruinar conversaciones, matarte las ilusiones y hasta llegar a hacer que te suba la tensión.

Oh, ese maravilloso momento en el que alguien suelta un «pero» y sientes que el ambiente se enfría más rápido que tu nariz mientras paseas una noche de invierno por La Laguna. Porque claro, hay quienes lo utilizan como si estuvieran descendiendo del Olimpo dispuestos a iluminarnos con la última palabra en sabiduría. Es como si dijeran: «Sí, entiendo de qué estás hablando, pero aquí viene mi opinión que obviamente es más importante y mejor que la tuya». Porque, ¿quién necesita humildad cuando se puede tener un buen «pero» a mano para eclipsar cualquier punto de vista diferente?

Probablemente la cita del inicio te ha llevado a pensar que este artículo tendría un enfoque romántico. Si es así, lamento decepcionarte. El dardito de hoy va para quienes hacen de la pedantería y la soberbia su patria a la vez que piensan que te hacen un enorme favor con sus opiniones o excusas no pedidas.

Me fascinan esas personas que parece que piden perdón por su forma de pensar y a la mínima te sueltan un «lo siento, pero es mi opinión.» Bien, gracias por darla, ¿y te disculpas por…? Pues por nada, esa es la respuesta correcta, porque cuando alguien suelta eso realmente te está diciendo de forma velada que lo suyo es lo bueno y lo otro una mierda pinchada en un palo y suele saltar así ante lo mainstream; «La película (…) no vale nada. Lo siento, pero es mi opinión», «Ese libro del que todos hablan es horrible. Lo siento, pero es mi opinión», «Esa canción o grupo es mas malo que el hambre. Lo siento, pero es mi opinión»… Y así hasta el infinito y más allá, porque la pedantería, amiguis, no tiene límites. ¿Qué quiere esa gente, un premio, una palmadita en la espalda, un abrazo? Es que a nadie le importa tu opinión, José Luis, pero aquí tienes tu aplauso y el cariño (asqueo) del público. No sé, si quieres dar tu opinión hazlo, feel free, pero no es necesario que se disculpen ustedes, cansinos, cansinas y cansines… Paren y métanse su pedantería y sus ganas de quedar por encima de los demás por donde ustedes saben.

Situaciones parecidas a la anterior en las que se usa el «pero» mal también pueden ser la disculpa falsa, cuando alguien comete un error, esperas una disculpa sincera, y en cambio, recibes un «lo siento, pero…» seguido de una lista interminable de excusas y justificaciones. Le acaba dando la vuelta de tal manera que parece que quien se equivocó fuiste tú en realidad. ¿Qué podría ser más reconfortante que sentirte culpable por esperar una verdadera disculpa?

Luego tenemos a quienes usan los «pero» como una artimaña de superioridad. Me refiero a aquellas personas que usan «lo siento, pero» como si fueran los guardianes del conocimiento supremo y que merecen un aplauso por su habilidad para convertir cualquier conversación en un monólogo sobre su propia genialidad. Porque, claro, ¿qué sería del mundo sin su sabiduría iluminada?

Desviar su responsabilidad, negar la mayor, creerse superiores…  Ahí encontrarás la mayoría de motivos que se esconden tras casi todos «lo siento, pero».

En resumen, el uso pedante de la expresión «lo siento, pero» es solo una de las muchas formas en las que algunas personas eluden la responsabilidad y demuestran su arrogancia. Entonces, la próxima vez que escuches a alguien comenzar una disculpa o expresar su opinión de esta manera, simplemente sonríe y piensa: «Qué honor tener a la viva encarnación de la pedantería entre nosotros». O también le puedes responder abierta y sinceramente con la pregunta retórica «eres imbécil» y seguir tan feliz, porque si el otro puede soltar lo suyo y quedarse tan pichi, ¿por qué no ibas a hacer igual?

Y no, no voy a cambiar mi opinión, ni a ponerle un solo pero ni un lo siento. Obvio. 

 

 

 

Por Paula Albericio – @paualbericio

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