Cinco palabras que debemos dejar de prostituir

Antes de que te pongas en modo acusica, sí, aquí también nos valemos de su poquita de click bait, pero claro, si en lugar de prostituir ponemos cualquier otra expresión más políticamente correcta quizá no llamaría tanto la atención. O quizá sí, pero hemos venido a jugar.  Y ahora, al tema.

No es que sea yo una purista extrema del lenguaje, pero cierto es que me gusta llamar a las cosas por su nombre y que cuando se usa un concepto o una expresión se haga respetando su significado o que al menos tenga un sentido contextual. Manías de señora con moño, canas, gafas y toquilla, lo sé. Por eso cada vez me chirría más el que algunas palabras o expresiones se lleven al extremo de tal forma que pierdan su sentido real o que se usen obviando su significado y desvirtuando el mismo, no sé si por ignorancia, pasotismo o ambas. Y la verdad es que no sé qué será peor.  

Por ello, he seleccionado estas cinco para empezar, aunque seguro que a ti se te ocurren muchas más. ¿Comenzamos? 

Empatía:

1. f. Sentimiento de identificación con algo o alguien.

2. f. Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.

Empatía no es sentir pena o lástima por el otro y pasarle la manita, no. Tampoco es que para ayudar le digas o hagas lo que consideras que te ayudaría a ti (ni tampoco hacerlo por satisfacción personal y alimenta tu ego de persona salvadora), sino identificar qué necesita esa persona y actuar conforme a ello. 

También se tiende a confundir la empatía con la educación y la amabilidad, pero ya te digo que lo ibas a flipar con la cantidad de psicopatías muy amables y con educación exquisita que te puedes encontrar.

Ah, por supuesto, la empatía debe ser bi direccional, no vale exigirla y luego no darla o darla mal. Cuando una persona te está contando un problema y vas tú y le sueltas un «te entiendo, yo…» y aprovechas la ocasión para hablar de lo tuyo, eso tampoco es empatía, amigui. Trabájatelo.

Ofendido, da:

1. adj. Que ha recibido alguna ofensa. U. t. c. s.

desprecio del ofendido

Ofender:

1. tr. Humillar o herir el amor propio o la dignidad de alguien, o ponerlo en evidencia con palabras o con hechos.

2. tr. Ir en contra de lo que se tiene comúnmente por bueno, correcto o agradable. Ofender el olfato, el buen gusto, el sentido común.

3. tr. desus. Hacer daño a alguien físicamente, hiriéndolo o maltratándolo.

4. prnl. Sentirse humillado o herido en el amor propio o la dignidad.

Nos metemos mucho con los “ofendiditos”, esas personas que se lo llevan todo a lo personal y a quienes cualquier paso fuera de la línea de lo políticamente correcto les produce urticaria y ansiedad. 

Si bien es cierto que hay personas con las que es imposible mantener una conversación sin que salten como guardianes de la perfecta moral, también lo es que se ha extendido el término a cualquiera que responda cuando se le ataca porque es que ya no aguantamos nada, eh. Pero si tú tienes derecho a soltar todo lo que se te pasa por la cabeza porque se te ha aflojado el cable que une el cerebro con la lengua o porque las neuronas andan haciendo eco en tu cabecita, entiende que si a otra persona le molesta tiene el mismo derecho a responderte lo que considere, ¿no? 

Es curioso, porque el que suelta la ofensa en cuando quien la recibe responde pasa a ser el “ofendidito”, y es que si quieres libertad de expresión para ti, te toca aceptar también la del resto.

Fascismo:

1. m. Movimiento político y social de carácter totalitario que se desarrolló en Italia en la primera mitad del siglo XX, y que se caracterizaba por el corporativismo y la exaltación nacionalista.

2. m. Doctrina del fascismo italiano y de los movimientos políticos similares surgidos en otros países.

3. m. Actitud autoritaria y antidemocrática que socialmente se considera relacionada con el fascismo.

Apliquemos esto por extensión a facha, nazi, fascista o llámalo como quieras. 

Amigui, seguro que estás hasta el higo y más allá de esto que te voy a decir, pero creo justo y necesario recordar una vez más que si sigues catalogando como facha o nazi a todo lo que según tú va en tu contra, al final nada será facha y lo importante quedará perdido en el camino. (Esto quizá lo podríamos aplicar también al concepto de terrorismo que parece que lo llevan un poquito con pinzas).  Además, bastante han sufrido los pueblos bajo regímenes totalitarios para que sigamos banalizando el concepto solo porque te prohíben fumar en una playa, José Luis. Un poquito de perspectiva, por favor.

Sororidad:

1. f. Amistad o afecto entre mujeres.

2. f. Relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento.

¿Lo has leído bien? Pero como tres o cuatro veces para que te quede claro el concepto. Ok. 

Por si acaso, te recuerdo que sororidad no implica que las mujeres somos seres de luz que nunca hacen nada mal, y que esa solidaridad sea ciega. No, cariño. Si una mujer hace algo mal, las otras mujeres se lo podemos hacer ver o incluso abstenernos de criticarla, juzgarla, pero también de atacarla. 

Que tú, cuando pasa algo, como buen cuñader pro lo primero que sueltes por la boca sea que si mucha sororidad pero tal y cual, que si que malas somos las mujeres entre nosotras, que si bla bla bla… Lo que pone en evidencia es que quizá  eres un poquito anormal, ya está. No que nos estemos inventando nada, que nos odiemos o nos tiremos a los leones unas a otras por deporte. 

Empoderar:

1. tr. Hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido. U. t. c. prnl.

2. tr. Dar a alguien autoridad, influencia o conocimiento para hacer algo. U. t. c. prnl.

Y una vez más hay que aclarar que empoderar a los de abajo para que estén al mismo nivel del resto en cuanto a derechos y obligaciones no es supremacía, sino igualdad y una cuestión de justicia.

Por lo que se refiere al empoderamiento femenino, estaría bien dejar de confundirlo o asociarlo con la hipersexualización, el porno, etcétera. Que está genial reivindicar que nadie nos debe decir cómo vestir ni qué hacer con nuestros cuerpos y soy la primera en defender eso, pero cari, a nadie le interesa a cuántas se ha tirado Juan ni las pollas que se ha comido Pepa. Es decir, cuéntalo si quieres, pero si tienes necesidad de contarlo al mundo y presumir de ello, quizá tu concepto de empoderamiento es algo confuso.

Y hasta aquí el repaso a la RAE, otro días más y mejor. O no. 

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